| Publicado el 6 septiembre 2020
Nota editorial: El siguiente escrito se publica como parte del debate sobre la coyuntura electoral y las tareas de lxs socialistas. Con ésto buscamos continuar el debate que se abrió al interior del Movimiento Socialista de Trabajadoras y Trabajadores (MST) y que ha continuado públicamente con otrxs comañerxs de diferentes organizaciones progresistas, de izquierda, independentistas y/o socialistas. La postura actual del MST en torno a las elecciones es la siguiente:
“El MST reafirma su posición de lucha en la calle como prioridad para lograr conquistas de la clase pobre y trabajadora del país para lograr la independencia socialista. A la misma vez reconocemos el interés y el derecho de quienes plantean adelantar estos objetivos mediante el voto por el PIP. Respetando esta diferencia creemos que a fin de cuentas votantes y no votantes que luchamos todos los días, coincidiremos en la lucha en la calle.”
Nota del Comité Central del MST:
Las elecciones del 2016 se puede decir que indican algunas de las tendencias sociales y políticas de la última década en Puerto Rico. Luego de una crisis económica iniciada en el 2006, los partidos hegemónicos, que continuaron sus políticas neoliberales fallidas como única respuesta a la crisis, recibieron una reducción drástica en el apoyo recibido. Entre los dos partidos (que cada día que pasa parecieran conformar un mismo bloque homogéneo en términos de su política pública y de los intereses que representan) se vio una reducción de 500,000 votos de las elecciones del 2012 y el 2016. Esa reducción se puede decir que se canalizó electoralmente a través de dos mecanismos principales: la abstención electoral, por un lado, y el apoyo a partidos emergentes y candidaturas independientes. Mientras en las elecciones del 2008 y el 2012, el voto fuera del bipartidismo apenas representó un 4.8% y un 4.5% del voto, respectivamente, en el 2016 representó casi un 20%. Fuera del espacio electoral, por supuesto, el descontento se hace visible en las distintas movilizaciones de los últimos años, en no pocas ocasiones de las más grandes vistas en la historia del país.
El desmoronamiento del Partido Popular Democrático y el Partido Nuevo Progresista evidentemente tiene que ver con el fracaso suyo al no poder desarrollar un modelo económico y social capaz de atender la crisis seria y compleja que vive el país desde el 2006. Tiene que ver, además, con el rechazo, consciente o inconsciente, a las políticas neoliberales que llevan implantando desde finales de la década del 1980, y a los continuos casos de corrupción que propicia, precisamente, el modelo neoliberal de inversionismo político y reducción presupuestaria a las instituciones que serían capaces de fiscalizar estos procesos.
Dado que la crisis compleja que se vive tiene sus raíces en la estrecha economía colonial que no le posibilita un desarrollo coherente al país, dado que tiene sus raíces en la política pública de desarrollo por vías de las exenciones contributivas a la gran industria, la única clase capaz de transformar las bases de esta sociedad y desarrollar un proyecto económico que necesariamente tendría que entrar en contradicción con la economía colonial es la clase trabajadora. Lucha de clases y lucha por la liberación nacional son las dos claves que pueden romper con la crisis que vivimos, consenso que hay entre todas las organizaciones independentistas y socialistas del país (aunque, en la práctica, algunas pongan el peso en la cuestión de clase y otras en la cuestión nacional).
Sin embargo, a pesar del claro descontento con el bipartidismo expresado en las urnas en el 2016, a la hora de los números, la mayor parte del voto en los comicios fuera del PNPPD recayó, no sobre el Partido Independentista Puertorriqueño y el Partido del Pueblo Trabajador, colectividades que, de maneras distintas, abiertamente se enfrentaban a las políticas neoliberales y al problema del colonialismo, sino sobre candidaturas independientes con un discurso que reforzaba la crítica al bipartidismo desde la concepción de la “mala administración”. Con esta lógica, el problema principal no eran la crisis y las políticas económicas que la profundizaban y que facilitaban la corrupción; el problema era la gente en los puestos, incapacitados para los trabajos encargados. Por eso, más que un colectivo que trajera cambio, lo que faltaba eran individuos capaces. Por eso, además, este rechazo político al bipartidismo no conllevaba un rechazo a sus políticas económicas (o, dicho de otro modo, no conllevaba un rechazo de los intereses de clases que las impulsaban). Entre la candidatura independiente de Alexandra Lúgaro y la de Manolo Cidre, hubo un total de 266,000 votos, o lo que representó casi el 17% de los votos emitidos, incluso cuando estos promovieron medidas de corte neoliberal como los partidos hegemónicos.
(Ante la ausencia de verdaderas campañas de boicot con efectos reales más allá de ciertos círculos pequeños, más difícil es medir el tipo de descontento que implica el aumento en la abstención, cuyos extremos son rechazo radical al bipartidismo y a los procesos electorales o desinterés total en los temas políticos.)
El disloque entre el rechazo al bipartidismo, por un lado, y la falta de un rechazo claro a las políticas neoliberales, por otro, es algo que, como socialistas, debemos atender. La caída del PPD y del PNP no es, por sí solo, algo positivo en la política puertorriqueña. Por ejemplo, si implicaría que una agrupación conservadora y fundamentalista como Proyecto Dignidad asumiera un apoyo popular importante de medio millón de votantes, podría incluso representar una radicalización del neoliberalismo y el fundamentalismo en Puerto Rico. Como ha ocurrido en innumerables ocasiones en la historia, las crisis económicas son posibles momentos de radicalización, pero igual podría implicar un fortalecimiento de fuerzas anticapitalistas como de fuerzas reaccionarias.
El rechazo al bipartidismo implica, pues, toda una gama, muy heterogénea, de posibles reacciones políticas. En Democracia Socialista entendemos que es importante acercarnos a las personas que han decido romper con el bipartidismo, aun si todavía no expresan de manera clara un rechazo a las políticas coloniales y neoliberales. El rechazo al bipartidismo podría ser un primer paso para promover la lucha de clases y la toma de posición radical ante los distintos elementos que afectan el país. Por eso, en el proceso electoral del 2020, hemos decidido participar de Victoria Ciudadana, organización política con un programa antineoliberal que ha logrado atraer un número significativo de apoyo en distintos sectores, particularmente a la juventud.
Como explicamos en el documento “Contribución al debate sobre las elecciones de 2020 en Puerto Rico” (https://www.momentocritico.org/post/contribuci%C3%B3n-al-debate-sobre-las-elecciones-del-2020-en-puerto-rico), entramos al proceso electoral reconociendo las tremendas limitaciones que las instituciones gubernamentales encaran para la transformación de la sociedad. La participación en estos procesos, si se da, debiera hacerse precisamente enfatizando sus limitaciones, para recalcar la importancia de la lucha en la calle, de las movilizaciones, de las organizaciones obreras, comunitarias, sindicales, ambientales. Como se ha dicho correctamente en tantas ocasiones, a Ricardo Rosselló no se le expulsó del gobierno por las contadísimas opciones institucionales que tiene el gobierno para sacar a un gobernante, sino a través de las manifestaciones multitudinarias y militantes, una tras otra. Si entramos como socialistas en el ruedo electoral, no es para fortalecer las instituciones, sino para tratar de llegar a más personas y llevar, también, la lucha de clases a otros espacios. Si entramos en el ruedo electoral es para, en el camino, impulsar un “programa de transición”, una serie de reclamos y medidas que, a la vez que puedan ser aceptadas y admitidas por amplios sectores del país, requieran de un proceso de lucha y continuo cuestionamiento del orden social actual (burgués y colonial) que pudiera llevar a la radicalización de estos sectores.
Victoria Ciudadana se constituyó a partir de distintos grupos, sectores e individuos que se pusieron de acuerdo alrededor de un programa llamado la Agenda Urgente. La Agenda Urgente desafortunadamente todavía no se ha expandido como un programa de gobierno (algunas ideas se han trabajado y desarrollado posteriormente a través de comunicados y propuestas de política pública específicas) pero tiene varios elementos que consideramos forman parte de un programa de transición. Señalo los más importantes: a) cancelación de la deuda y auditoría para procesar a los culpables de emitir deuda ilegal o ilegítima; b) rechazo frontal a la Junta de Control Fiscal, y recorte total a su presupuesto como primera medida; c) reversión de la eliminación de los derechos de las personas asalariadas tanto en el sector público como en el privado; d) fomentar el derecho a la sindicalización a lo largo de todo el país y en todos los sectores, y establecer el derecho a huelga para todos los sindicatos; e) terminar con el abuso de las aseguradoras a través de la creación de un seguro de salud universal de tipo ‘pagador único’; f) defensa férrea de las pensiones y oposición a cualquier tipo de recorte; g) transformación de la política de exención contributiva, que ahora mismo favorece a los grandes intereses; h) inversión económica masiva con todo el dinero que actualmente se guarda para los bonistas y que se pierde por las exenciones a los grandes intereses; i) el inicio de un proceso de descolonización, privilegiando el mecanismo de la Asamblea Constitucional de Estatus; j) fin a toda la política de privatización, y la reversión de estas políticas en áreas claves como la educación, la Autoridad de Energía Eléctrica y en varios sectores del gobierno.
Estas propuestas, llevadas a sus últimas consecuencias, conllevarían el inicio de luchas en contra de varias instituciones políticas (la JCF, el gobierno de Estados Unidos) y económicas (aseguradoras, grandes intereses locales y extranjeros). Ahora mismo, conforman nada más un plan esbozado en un documento. Le compete a los militantes de Victoria Ciudadana y sobre todo a los sectores que vienen de procesos de lucha el impulsar, sostener y radicalizar estas propuestas.
II.
La participación de distintos sectores progresistas en Victoria Ciudadana ha levantado una serie de preguntas y preocupaciones legítimas sobre la razón de nuestra participación. Aquí espero contestar algunas de estas. Hablaré, sobre todo, desde la óptica de la organización a la que pertenezco, Democracia Socialista, aunque sé que mucho de lo que digo podría aplicarse a otros esfuerzos, incluso individuales, dentro del movimiento.
Desde los sectores progresistas, una de las críticas principales que se le tiene al movimiento es el haber entablado una alianza con Alexandra Lúgaro. Lúgaro viene de una empresa que hizo millones con los fondos federales y las políticas de privatización de los servicios que ofrece el Departamento de Educación. Cuando entró al ruedo político, lo hizo originalmente con un programa que no se distanciaba de las políticas neoliberales de los partidos hegemónicos. La crítica “al partidismo” la aplicó a todos los partidos por igual, lo que incluía al PIP y al PPT. Los sectores progresistas dentro de Victoria Ciudadana rechazamos lo que representó esa candidatura en las elecciones pasadas.
Desde el 2016 en adelante, comenzó a participar de espacios colectivos (Junte Soberanista, Junte de Mujeres) y se ha alejado de las posturas neoliberales que antes defendía. Pero, ¿cómo estamos seguros de esta transformación? Más que entrar en el debate del grado de transformación, nuestra postura es defender los elementos más radicales de la Agenda Urgente, el documento que, reitero, fue el acuerdo de los distintos sectores para crear este movimiento. En todo comité de base en el que participamos, en toda propuesta de campaña, nuestra militancia sale a impulsar el programa de transición. Cualquier candidato o candidata del movimiento, incluyendo a la candidata a la gobernación, que de repente busque promover la privatización de un servicio público se enfrentaría a la oposición de los sectores militantes de Victoria Ciudadana, que, aunque disgregado, es uno importante. Si Victoria Ciudadana, como movimiento, es incapaz de defender su propio documento fundacional, la participación de los sectores progresistas tendría que reconsiderarse (por no decir que tendríamos que salir de este esfuerzo). No hay otra manera de verlo. Por otro lado, si en la actualidad estamos en este esfuerzo, es porque creemos que podemos impulsar nuestro programa y que podríamos, de distintas maneras, impactar a un número amplio de personas, particularmente de jóvenes y los sectores sindicales que han decidido entrar a este movimiento.
Precisamente por lo dicho anteriormente debe quedar claro que la participación en Victoria Ciudadana para nada debiera implicar dejar a un lado o suavizar nuestras posiciones. Si eso ocurre, significa que se claudicó ideológicamente en esta alianza. Eso no es lo que los sectores progresistas, o por lo menos la tendencia a la que pertenezco, ha hecho al interior del movimiento. Nuestros análisis de las posiciones que se debieran asumir en cada coyuntura los compartimos de manera coordinada en los distintos espacios de Victoria Ciudadana en los que estamos. Compartimos nuestros escritos y las posiciones que se publican en nuestra revista, momento crítico. A las personas que entendemos que más se acercan a nuestras posiciones, las invitamos a nuestros círculos de lectura (donde, hasta ahora, el viejo Lenin ha sido la figura más estudiada). A las más interesadas de estas, las reclutamos directamente a Democracia Socialista. En todo espacio en que estamos, insistimos que, en última instancia, para implantar todas las propuestas que contiene la Agenda Urgente, se requiere profundizar las mismas medidas que establece la agenda, se requiere una ruptura radical con el sistema económico y colonial con el que vivimos. Nuestra influencia, sin ser mayoritaria, no ha sido poca. Si hasta ahora no hemos sido más efectivos como organización para impulsar nuestras posiciones, se debe, a mi juicio, a dos razones: 1) la caótica descentralización de las campañas de Victoria Ciudadana, en la que es difícil coordinar en conjunto las posiciones del movimiento y de los candidatos, y 2) nuestros números; aunque tengamos un peso relativo importante, todavía somos una organización pequeña, factor que, en el futuro, se debe considerar a la hora de evaluar nuestra participación en Victoria CIudadana.
Una parte vocal de los seguidores de Victoria Ciudadana ha entablado una pelea infantil en contra del Partido Independentista Puertorriqueño. Esa no es nuestra postura. Entendemos que el PIP, por distintas razones, a pesar de su programa político que consideramos como uno de transición, no ha logrado aglutinar detrás de sí a la mayoría del independentismo. Mucho menos ha logrado atraer a personas descontentas con el bipartidismo pero fuera del independentismo. Es a este sector, de cientos de miles de personas, al que queremos acercarnos, razón por la cual participamos de Victoria Ciudadana. Habiendo dicho esto, para el contexto mayor de las luchas sociales del país, un resultado electoral óptimo incluiría que el PIP quede inscrito y que entren sus candidatos por acumulación a la legislatura. Creemos que está haciendo una campaña para lograrlo, que lo puede lograr, y que esta campaña no tiene por qué entrar en competencia o contradicción con la de Victoria Ciudadana. Un resultado electoral que implique la entrada de 6 o más candidaturas progresistas a ambas cámaras legislativas podría conllevar entrar (nunca reemplazar) las luchas de la calle a la legislatura.
Una parte vocal de los seguidores de Victoria Ciudadana ha asumido posturas defensivas y acríticas a cualquier comentario (sea constructivo o no lo sea) que se le haga al movimiento. Esa no es nuestra postura. Es, por un lado, un hecho que los partidos hegemónicos y algunos grandes intereses se sienten amenazados con Victoria Ciudadana (particularmente por las personas que vienen de una tradición de lucha histórica y consecuente, que saben que no vacilarían al defender los puntos más significativos de la Agenda Urgente: Rafael Bernabe, Mariana Nogales, Eva Prados, Ruth Arroyo, Myrna Conty, etc., por el apoyo que estas puedan recibir dentro de esta alianza). Por eso buscarán cualquier razón para criticar al movimiento. Este hecho, por otro lado, no hace al movimiento uno exento de errores. Y, desafortunadamente, ha cometido muchos.
La capacidad crítica no puede usarse externamente y ser ciega en las estructuras internas, mucho menos desde organizaciones de una tradición marxista. La autocrítica es una herramienta necesaria de todo proceso revolucionario, e implica tanto autocrítica individual como colectiva. Reconocimos en nuestra declaración sobre las elecciones del 2020 varias limitaciones que tiene Victoria Ciudadana. Señalo aquí las que considero más graves: la heterogeneidad ideológica de muchos de sus componentes, que en no pocas ocasiones rayan en contradecir la Agenda Urgente; la falta de énfasis en el análisis económico y político de la crisis de Puerto Rico, mientras se privilegia un discurso alrededor de la “mala administración”; la falta de énfasis en la importancia de la movilización para lograr cualquier verdadera conquista política; la descentralización caótica y la falta de una campaña nacional coherente, lo que provoca, en parte, los continuos errores y metidas de pata. Todo eso lo reconocemos. Si de todas estas puedo señalar una falla principal, escogería la falta de interés en movilizar a la creciente matrícula de Victoria Ciudadana, dado que la lucha en la calle sería el espacio más adecuado para la radicalización de las personas afiliadas. Marchar junto a personas progresistas críticas de Victoria Ciudadana, por otro lado, ayudaría a romper con las posiciones sectarias de muchas personas afiliadas al movimiento.
Apoyar a Victoria Ciudadana es una apuesta. No tenemos certeza de que será provechoso este trabajo desde la perspectiva revolucionaria. Parte de la política socialista real implica, precisamente, arriesgarse, insertarse en espacios donde muchas personas piensan de manera distinta e impulsar nuestro programa desde allí. Para determinar si nuestra decisión fue o no acertada, si valió o no la pena el riesgo asumido, será necesario analizar una variedad de factores tales como la constancia, el seguimiento y la ejecución de la Agenda Urgente, los resultados electorales, el reclutamiento y el fortalecimiento de DS, entre muchos otros. La política es el arte estratégico de la coyuntura, del momento propicio. Por eso, solo el tiempo y el análisis de los distintos sectores dirá si nuestro apoyo a Victoria Ciudadana fue un acierto o un desacierto.
Excelente reflexión del compañero Jorge Lefevre. Como es típico de él, discute asuntos clave con inteligencia, ecuanimidad y honestidad, cualidades que muchas veces faltan en la izquierda.
Nunca hubiera esperado que Bandera Roja le diera foro a propaganda para legitimar a una institucvión neoilobieral-retrógrada y que postula a una mogolla colonialista en sus páginas. Se escocotaron deverdad. Piierden seridad…Y no me vengan con la inclusividad y apertura. Hay acciones que son inaceptables. Y darle pauta a legitimar poltiicamente la politca del menos malo, y un discruso colonialista como el del MVC e inmovilista es inaceptable.
Sr. Carlos. Este artículo esta publicado en la sección de DEBATE ABIERTO. Un sección histórica de Bandera Roja donde se han debatido grandes diferencias políticas desde 1975. Esa política editorial es uno de los pilares de nuestro proyecto. Si desea puede elaborar sus diferencias y las de la compañera que citó en un artículo y con gusto se lo publicamos, incluso puede criticar a Bandera Roja y al MST por tener esta linea editorial y se lo publicamos también. Que pase buen día.
Y una camarada me señala, con corrección y la cito»: «como es posible que socialistas criollos se alienen con los intereses del colonialismo sindical y el ogeneismo estadounisendse, los chiulos de la pobreza», porque MVC está alaienada y finacidada por el SPT…que es el brazo derecho del Partido democráta en Puerto Rico y de los buitres ogeneistas que se intensificaron en Puerto Rico desde María, desaradicalizndo la lucha. Verguenza les debe a dar Bandera Roja…’
[…] Atendemos el escrito publicado en el órgano de prensa del Movimiento Socialista de Trabajadoras/es (MST). Intentamos presentar de manera detallada muchos de los argumentos que presenta el autor llamado Jorge Lefevre Tavárez. Para acceder al escrito completo puede dirigirse a: https://www.bandera.org/politica-socialista-en-victoria-ciudadana/ […]
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[…] artículo en cuestión, ¿Política socialista en Victoria Ciudadana? ya ha despertado bastantes respuestas, más o menos serias. No es mi intención aquí refutarlo, […]